En medio de la carrera Katie Cooke se cae al suelo y se pierde en una convulsión, pero a los pocos segundos gatea, se pone en pié y vuelve a agarrar ritmo. Esta corredora de 19 años no está dispuesta a permitir que su epilepsia crónica le arruine un maratón.
Katie tiene lo que su médico describe como "el Arsenal de la epilepsia": una condición que la obliga a lidiar hasta con 15 ataques al día.
"Todo tu cuerpo tiembla, sientes cómo te saltan los músculos, no puedes respirar", describe la joven estudiante irlandesa.
"Pierdo el control todos y cada uno de mis días".
A pesar de tener que lidiar con convulsiones múltiples mientras corre, Katie consiguió ganar eventos prestigiosos en su categoría de edad, como el maratón de la ciudad de Dublín.
Cooke corre 5km en menos de 17 minutos.
Practica por las calles de Cherrywood, en el sur de Dublín, con su compañero de carreras, el doctor Colin Doherty, que además, es su neurólogo.
Pero Katie no siempre fue tan atlética.
Siete meses en silla de ruedas
Cooke fue diagnosticada con epilepsia del lóbulo frontal a los nueve años. Sobrellevó su condición con medicación hasta que su salud se deterioró con la llegada de la pubertad y la rebelión hormonal.
"No podía salir de la cama. No podía hacer nada por mí misma y no podía hablar. Mi madre me vestía y me duchaba", dice.
Katie tuvo que estar internada durante diez meses en el hospital pediátrico Our Lady Children´s Hospital de Crumlin.
Aunque participó en numerosas pruebas médicas Katie tuvo una regresión: perdió el control de su espalda y de sus caderas y para cuando le dieron el alta no podía caminar.
"No podía mantenerme en pie y estuve en silla de ruedas durante unos siete meses, pero como soy una persona muy terca quise demostrarle a la gente lo que sí podría hacer".
"Libertad"
"Después de mucha fisioterapia empecé a correr todos los días y me empezó a fascinar la libertad que sentía", recuerda.
Ahora Katie corre a diario y asegura que si algún día no lo hace siente que vuelve el cansancio y el mareo de su estado anterior.
Pero correr sólo alivia sus síntomas. No ha sido una cura.
El aumento de los latidos del corazón que provoca el ejercicio desencadena más convulsiones. Pero Katie dice que correr mejora su estado de bienestar general, así que lidiar con más ataques epilépticos es una desventaja que está dispuesta a aceptar.
Su neurólogo, el doctor Doherty, también valoró los pros y los contras desde una perspectiva médica.
"Hay desafíos particulares al combinar tener epilepsia y hacer carreras de larga distancia, pero si caminas también tienes esos desafíos y creo que los beneficios generales pesan más que los riesgos", dijo.
"Si tomas a un corredor corriente de largas distancias y comparas todos sus parámetros de salud con los de alguien que no corre encontrarás que, sea cual sea la enfermedad o trastorno que tengan, siempre van a salir ganando", agregó.
Pero si tienes un problema de salud estás considerando empezar a hacer ejercicio siempre es importante consultarlo antes con tu médico.
Existen unos 40 tipos diferentes de epilepsia
Durante los ataques algunas personas se quedan simplemente inexpresivas con la mirada perdida, otras caminan en estado de confusión y otras se caen al suelo con convulsiones.
Objetivo: evitar a los paramédicos
Al principio participar en competiciones de atletismo parecía imposible para Katie.
En cuanto sufría una convulsión durante la carrera los paramédicos la retiraban de la competición.
Pero un comentario casual durante una de sus consultas con el doctor Doherty hizo que el neurólogo se ofreciera a acompañarla durante las carreras.
Y desde entonces han sido compañeros de pista.
"Soy un especialista en epilepsia pero mi único papel cuando corro con Katie es evitar que la gente se la lleve en una ambulancia. Yo simplemente me planto allí y digo 'Katie está bien, yo soy su médico, se va a recuperar'", explica.
Aunque Katie tenga muchos ataques, la naturaleza de su epilepsia hace que su cuerpo no necesite ningún tiempo de recuperación así que es capaz de levantarse inmediatamente y empezar a correr.
Doherty sospecha que es precisamente su buena forma la que ayuda a esa recuperación súbita.
La vida social entre convulsiones
Además de correr a diario, Katie va a la universidad, donde estudia gestión deportiva.
También tiene un novio, Jack, que ya está más que acostumbrado a sus ataques de epilepsia.
"Es una de las personas más tranquilas que conozco y puede dormir durante mis convulsiones, que es algo un poco raro".
"A veces se despierta porque algunas son bastantes violentas, y alguna vez le di un golpe en la cara, pero enseguida se vuelve a dormir".
Katie dice que el sexo no le provoca ataques de epilepsia, aunque sí puede haber convulsiones durante las relaciones íntimas.
Las mujeres con epilepsia dicen con frecuencia que sufren más convulsiones durante los días de ovulación y durante el período.
Cuando Katie tiene ataques epilépticos por la noche pueden estar acompañados de alucinaciones. A veces ve a un hombre "que viene a por mi", y son estas las convulsiones que la dejan más agotada.
Su enfermedad hizo que Katie se perdiera la mayor parte de la escuela secundaria.
Pero aún así, Katie se las arregló para sacar un certificado de educación irlandés que le abrió las puertas de la universidad.
Según su neurólogo, Katie es "una joven extraordinaria" por todo lo que ha logrado a pesar de tener a diario tantas convulsiones severas.
Aunque para la mayoría de la gente ver como Katie se cae al suelo en medio de una carrera es alarmante, el doctor Doherty cree que mostrar públicamente su condición servirá de ayuda a otras personas con el mismo problema.
"Necesitamos facilitar las cosas para que la gente tenga una vida lo más normal posible y hay que animar a la gente a hacer de todo", dice el médico.
"La barrera más grande no es el tema de la seguridad sino las percepciones del resto de la gente", afirmó.
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