Carlos Alcaraz González fue una promesa del tenis que no pudo cumplir su sueño. Hoy, un joven de 19 años llamado Carlos Alcaraz Garfia honra el apellido paterno de una estirpe ligada a la raqueta.
Carlos Alcaraz González fue el primer miembro de un apellido que hoy resuena bien fuerte en el tenis mundial. Al padre del hoy número 6 del mundo le ofrecieron con 14 años poder entrar en la Academia de Tenis Bruguera, pero la menguada economía familiar le impidió acceder a un lujo que costaba, en esos tiempos, la friolera de 80.000 pesetas.
El sueño de convertirse en una estrella del tenis profesional no pudo ser. Disputó algunos campeonatos de la ATP, pero sin más consecuencias. Su mayor logro fue ser subcampeón de España.
Lo que no pudo conseguir en la pista como jugador, se preparó para darlo como entrenador. Desde hace ya varios años dirige el Real Sociedad Club de Campo. Cientos de jugadores se han empapado de sus enseñanzas, sus consejos y su técnica.
Él no pudo cumplir el sueño de todo chaval, pero inculcó el tenis a sus cuatro hijos y a sus cientos de alumnos. Sin embargo, la vida le tenía guardado un premio: el éxito que no pudo alcanzar él lo asalta ahora su hijo Carlos, quien está paseando el apellido familiar por todo el mundo. Un apellido muy ligado al deporte de la raqueta. La victoria en Madrid lo eleva hasta el número 6 del ranking ATP tras estar en el puesto 120 hace un año.
En Madrid se doctoró tras desplegar un tenis excelso donde eliminó a los tres mejores jugadores del mundo: Nadal, Djokovic y el campeón del año anterior, Zverev, en la final del torneo más rápida de la historia del Mutua Madrid Open.
En todas esas victorias, siempre estaba su familia cerca. Su padre, Carlos, su madre, Verónica, aquellos que le hacen tener los pies en el suelo a sus 19 años recién cumplidos en plena arcilla de la pista Manolo Santana.
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